Amores imposibles

 Después de once años juntos, me asalta la sospecha de que D y yo somos incompatibles. Para que alguien me dé la razón (cosa que no harán mis parientes ni mis amigos, que saben que D es encantador), resuelvo un test de reconocida solvencia, que tiene la ventaja de ser gratis y la desventaja de meterte en un embolao, porque lo patrocina una agencia matrimonial. Ahora no se llaman así, pero todos sabéis a qué me refiero.

No te dan los resultados del test a no ser que elijas un nick y pongas tus encantos a la venta, así que pido perdón mentalmente a D, cruzo los dedos de las manos y los pies para justificar mi mentirijilla y le doy a «Aceptar» sin más preámbulos ni escrúpulos, que son dos palabras bastante molestas, como todas las esdrújulas.

Como no busco pareja, sino un buen argumento con el que apuñalar a D en todas nuestras futuras discusiones, respondo a las preguntas con insobornable sinceridad. El test me premia sentenciando: «la pareja que mejor encaja contigo debe tener una tendencia alta a la innovación y a buscar nuevos estímulos. Con una pareja a la que le gustara lo conocido, surgirían tensiones y la duración de la relación sería limitada».

«¡¡¡Aaaaajá!!! ¡Lo sabía!!!!», aúllo, señalando con un dedo acusador a D, que se ha quedado frito en el sofá por decimoquinto viernes consecutivo, sin plantearse siquiera la existencia de un mundo exterior lleno de exposiciones, conciertos, festivales, teatro experimental y locales underground. Por suerte para él, D sordea un poco y apenas se inmuta, pero la vecina de arriba taconea con furia para recordarme que es casi medianoche.

El caso es que D es guapo, considerado, sensible, imaginativo y sexy, pero su evidente apego a lo conocido es un agujero negro destinado a engullir nuestro futuro y eructarlo sin miramientos. Que yo sea una de las cosas conocidas por las que siente apego no justifica nada. El test lo ha dejado claro: no tenemos posibilidades.

Por fortuna mi Celestina virtual ha encontrado 17 soluciones instantáneas a mi problema, con índices de compatibilidad del 90% o más. Claro que, si estos tipos se parecen tanto a mí, ¿por qué se dedican todos a la contabilidad y a la informática empresarial? ¿Por qué no hay un solo periodista, bibliotecario o profesor de arte? ¿Por qué se ha colado entre los finalistas un militar chileno? Voy tachando nombres: el del tipo que promete fidelidad y se ha puesto Valmont, el de otro que asegura ser, de profesión, «atrativo» (sic), el del que se define como original aunque se llama Legolas327 (lo que significa que tiene al menos 326 clones) y el del amante de la lectura cuyo libro favorito es El código Da Vinci.

Al final no queda nadie. ¿Seré demasiado exigente? Venga ya, si soy un bombón… ¿o no? Repaso mi perfil y esto es lo que me encuentro: según el test soy indisciplinada, impuntual y caótica. No creo en Dios, aplazo las tareas hasta el último minuto, bebo alcohol, no hago deporte y siempre que puedo me alimento mal. Prefiero la ciudad al campo y paso olímpicamente de los animales.

Así que me acurruco junto a D, el incorregible adicto al sofá, que sonríe en sueños aunque sabe que jamás logrará llevarme a esquiar ni mudarse conmigo al campo, y que ama mi desorden, mi impuntualidad, mi indisciplina y mis pajas mentales sin que nadie sepa por qué. Me digo que los tests son una mierda, apago la luz y me abrazo al amor imposible con el que me casé.

 

 

16 Respuestas to “Amores imposibles”


  1. 1 Santi 8 mayo, 2008 a las 8:33 pm

    Bueno, ya sabes… las mujeres siempre intentáis cambiar a los hombres, pero ellos nunca se dejan… 😉

    A mi me pasa que a pesar de la edad y del acumulo de experiencias, cada vez tengo menos claro que es lo que busco en una mujer…

    Así que supongo que aunque te quejes, y aunque no sepas que es lo que te gusta de D, hay una parte de ti que no puede vivir sin él…

    Que bonito es el amor… 😉

  2. 2 Ana Chévere 8 mayo, 2008 a las 9:44 pm

    En realidad no es sólo una parte, sino dos, o tres, o cuatro o… depende de cuánto me trocees 🙂 🙂

    Eso sí, quejarme es mi deporte favorito, qué lástima que no queme calorías… 😛

    En realidad la única que sale malparada en esta historia soy yo, que enlazo una sandez con otra desde el primer párrafo… Espero que se entienda así, o uno que yo me sé va a querer arrearme un sartenazo…

  3. 3 randy 9 mayo, 2008 a las 1:57 pm

    He de reconocer que es tristemente realista. Me metí en una de estas webs de contactos, rellené el test y encontré miles de mujeres loquitas por mis huesos: Sin duda, una paleontóloga de 45 años es justo lo que busca un guionista de 24. ¡¡Estupendo!!

    Y la mejor sensación del mundo, por cierto, es darte cuenta de que tu pareja no es perfecta, ni siquiera es compatible contigo al noventa por cien, pero se deja abrazar en el sofá, te da un beso en la frente y dice que te quiere medio dormida. Eso es amor, coñoya.

  4. 4 Egoitz 9 mayo, 2008 a las 4:40 pm

    Quizá a veces buscamos en el otro lo complementario a nosotros… así tenemos lo que nos falta… o así reforzamos nuestro autoconcepto, nuestra idiosincrasia, nuestro «yo-especial y diferente a»… y además nuestra pareja nos quiere por cómo somos…
    Es cuando no nos sentimos muy bien con nosotros mismos, que buscamos a otro tipo de persona, quizá alquien que se parezca más a nosotros pero a quien, quizá, no le guste lo que ve de sí mismo…
    PD. Es obvio que he hablado de mí :-), pero es lo que me ha inspirado tu texto, me ha encantado, besos

  5. 5 ROY 9 mayo, 2008 a las 9:31 pm

    Jo, que bonito es el amor, y que suerte tiene quien lo encuentra…
    Lo malo cuando te acostumbras a vivir solo es eso, que te acostumbras. Supongo que lo contrario también corre riesgo de hacerte dependiente.

    En fin: ya sabes que yo soy algo racional para las relaciones, o sea hay que pensar también con la cabeza de si realmente funcionan o no (que si no luego pasa lo que pasa…) pero desde luego hay un componente emocional, que nos dice que queremos incluso al margen de criterios puramente prácticos así que…¡enhorabuena a los dos! 😉

  6. 6 Marta 9 mayo, 2008 a las 10:22 pm

    Hola Ana!

    M’ha agradat moltíssim, sobretot el final. Molt chulo. He estat dient-me a mi mateixa al llarg de tota la lectura: «doncs veus, es que es molt difícl les relacions de parella, veus i veus, si no… si no, ja, ja… uf, uf…» y al final t’has quedat amb mi! M’ha encantat! Felicitats!

  7. 7 Uru 10 mayo, 2008 a las 12:51 pm

    Soy yo, tu otra marta, jejejje
    Me pregunto… ¿como demonios puede haber un «amante de la lectura» que anteponga el código da vinci a la literatura????? Es el fraude más vulgar que he leído en mi vida
    Brrrrr
    Solo a ti se ocurre meterte en ese tipo de sitios… jajajajajaj
    Suerte que acabaste por meterte también en el sofá… de lo contrario merecerías sendos pescozones de S y de M. Y algún que otro mordisco de N,N y H… ajjajajajaaj

  8. 8 Mameluco 11 mayo, 2008 a las 3:55 am

    No sé el por qué pero las mujeres buscáis seguridad y novedad, sin daros cuenta de que eso no puede ser.
    La novedad es la emoción de lo nuevo, la inseguridad de la aventura.
    Yo, por mi parte, soy peor que Kant. Soy aburrido, anodino, y tan poco sorpresivo que sé positivamente que tengo un sello en la frente que repele a las mujeres. Con vuestro sexto sentido sabéis que nunca me podréis cambiar. Nadie puede cambiar. Eso es lo que me ha enseñado la vida a base de empujones.
    Pero bueno quejarse, como dices es un buen deporte. Yo lo practico a diario y aburro a todo el mundo.
    Yo he renunciado al amor para no sufrir, porque ya sufro yo bastante solo. Imagínate con pareja, entro en un feedback de remordimientos que me hunde, me hunde, me hunde…

  9. 9 Ana Chévere 12 mayo, 2008 a las 1:32 pm

    Buuuuf, qué raro es esto. Qué vergüenza paso, pero cómo me gusta ver tantas lecturas diferentes. Gracias por veniiiir 🙂

    Randy: qué razón tienes, jomío.

    Ego: hablabas de ti, pero podrías estar hablando de mí perfectamente. Intuía que lo ibas a entender…

    Roy: yo soy más bien al revés, primero siento (lo que sea, no todos los sentimientos son siempre positivos) y luego racionalizo como una loca. Ahí a veces pierdo la objetividad… Lo tuyo no me parece mal, es bueno usar la parte izquierda del cerebro para detectar a tiempo quién no te conviene. Pero por mucho que una persona «supere el examen», si estar con ella no te hace sentir pelín drogado… ¿para qué sirve? Y eso no hay quien lo controle.

    Marta: sí que són difícils, sí. Potser el més difícil és saber quan val la pena tirar-les endavant i quan no.

    Uru: tú tranquila, que yo hago muchas locuras de bolsillo pero muy pocas de tamaño familiar 😉 Lo de los mordiscos me parecería hasta sugerente si no les hubiera visto los colmillos a tus nenes.

    Mameluco: una de las cosas jodidas de sufrir durante mucho tiempo es que a uno se le pone una especie de telilla delante de los ojos que lo tiñe todo del mismo color. Entonces parece imposible que pueda suceder nada distinto a lo que está sucediendo. Es como Matrix, pero en chungo.
    Ni jarta de sangría pondría yo un link a la «Crítica de la razón pura» en la lista de la derecha. Kant 0, Mameluco 1. Alguna diferencia habrá.

  10. 10 Emma 12 mayo, 2008 a las 7:45 pm

    Querida chévere,

    ¡Qué bonito escribes, coñe! Espero que sigas con esta iniciativa y que nos regales pronto algún relato de los tuyos. De lo contrario, amenazo con publicar lo que creo que debió ser tu primer escarceo literario, ¿hacemos memoria?: se convirtió en la letra de una canción, se tituló algo así como «Bodas de plata», y tú eras una tierna niña de primaria que no apagaba la luz para irse a dormir si antes no le dejaban «bajar la página» del libro de turno.

    Mis obligaciones de madre soltera me obligan a dejarlo aquí, pues me toca pelearme con el tema correspondiente de mates, para después pelearme con la madre que la parió o con la que parió la madre, o yo que sé. Pero pronto te escribiré algo sobre este interesante tema D.

    Besitos

  11. 11 Marisa 12 mayo, 2008 a las 11:55 pm

    Hablamos del amor? O hablamos de una misma con todas sus inquietudes, inseguridades, contradicciones y necesidad de sentirse viva en todo momento?
    Porque son dos cosas diferentes, aunque obviamente estan interconectadas, ligadas y una depende de la otra…en fin, que le vamos a hacer, somos intensas, humanas, sensibles y insoportablemente insaciables…y nos hacemos preguntas constantemente…
    Siempre encontrarás mil caminos, mil opciones diferentes, mil puntos de inflexión donde hacer una elección…puede llegar a ser una locura si lo quieres todo…pero al fin y al cabo, que quieres que te diga, yo, con mis 31 añitos recorridos, buscando y buscando, encontrando y aprendiendo, y perdiendo, y ganando, y subiendo y bajando para volver a subir…
    Con mil historias intensas que contarle a mis nietos, jaja, si algun dia llego a tenerlos…
    Al final a la conclusión que llego es que lo que mas me llenaría ahora, despues de todo lo que encontrado que me ha llenado…es que alguien como D, o no como él pero como él, ya me entiendes, me quiera como el te quiere a ti…y a partir de ahí, a construir, y a seguir buscandonos, perdiendonos y encontrandonos, pero compartiendolo…mejor no?

  12. 12 ROY 13 mayo, 2008 a las 1:18 am

    No, creo que no se me entiende: cada vez que uno escribe en la misma frase razón y amor, ya la gente interpreta que se habla de frío materialismo, parece que no hay otra forma de concebir el amor que como locura continua (eso está muy bien…cuando sale bien)

    Yo no digo que no sienta, a ver…yo siento, me enamoro, pero si racionalmente deduzco que esa relación no me conviene, no sigo, ya llegará otra, que para sufrir, paso…Como soy racional, esto lo hago automáticamente.
    Esto puede parecer frío y poco romántico, pero los telediarios se llenan cada día de mujeres muertas que no tuvieron esto en cuenta…o los juzgados también (lo veo a mi alrededor, los fracasos suelen anunciarse temprano)
    La motivación la ponen los sentimientos. El camino, algo de razón 😉

    Por lo demás veo que le dáis muchas vueltas a la cabeza. Yo soy más espontáneo, y sin perder de vista el raciocinio…simplemente vivo y disfruto del amor, sin darle vueltas. Un beso!

  13. 13 Ana Chévere 14 mayo, 2008 a las 2:52 pm

    Yo tampoco he dicho que no sientas, Roy, joder, ¡¡no te he tomado por un cyborg!!!! Yo me refería más bien a la manera en que se relacionan entre sí los sentimientos (en general, no solamente los amorosos) y los pensamientos, pero el tema daría para largo y creo que me he explicado mal. No pretendía caer de culo en el tópico de que sentir y pensar son cosas opuestas (más bien son complementarias), y mucho menos salpicarte con él.

    Estoy 100% de acuerdo contigo en que es imprescindible detectar cuándo una relación nos daña y cuándo vale la pena luchar por ella. Y si vale la pena pero algo falla, tampoco lo arreglaremos sin reflexionar. Un amor que dure no puede ni debe ser una locura continua. Para mí el ideal sería una locura discontinua: momentos de locura y momentos con cordura suficiente para que podamos ocuparnos también de otras cosas y de otras personas.

    Emma: te recuerdo que existe todo un archivo fotográfico en el que apareces con hombreras de fútbol americano y laca suficiente en el flequillo como para hacer que un jardín con césped parezca la cama de un faquir. No me obligues a publicarlo.

    Y Marisa… qué te voy a decir que no te haya dicho ya por teléfono. 🙂

  14. 14 Lumen_Dei 19 mayo, 2008 a las 12:47 am

    Preámbulos y Escrúpulos dices, que como Nísperos y Orgasmos, son islas del Dodecaneso.

    Por aquella diócesis de nuestro mundo occidental está otra isla, más famosa, pequeña, pedregosa y yerma: Ithaca.

    Llegar hasta ella es muy complicado en las vivencias, duro en el espacio, y largo en el tiempo; pero el camino nos hace sabios.

    En sólo al llegar, al descubrir que allí sólo hay cabras, cabañas, escasa vegetación… cuando nos percatamos de que lo importante ha sido el camino recorrido para lograr encontrar la isla.

    Ese camino, tortuoso y arriesgado y en el que tantas veces nos hemos perdido, cuyos mapas casi nunca hemos sabido interpretar, era en realidad el objeto del viaje a Ithaca.

    Normalmente llegamos a la isla cuando ya somos tan sabios, tan ricos en los más positivos aspectos, tan fuertes y seguros… que para nada necesitamos ya esas virtudes y logros, porque nuestro paso por este mundo toca a su fin.

    Algunas personas, incluso, descubren al llegar a Ithaca que no era la isla lo que buscaban, sino algo que llevaban consigo durante todo el tiempo, como el vagabundo Arasmón en sus viajes en busca de su amada (de un célebre cuento victoriano).

    Otros descubren con el paso de los años, los mares, las personas y los países, que hallaron lo que buscaban, pero que quedó atrás, ya muy lejos. No supieron verlo cuando lo tenían, y ahora que caen en la cuenta, ya es tarde, y claro, siguen si viaje hacia Ithaca, porque los errores forman parte del viaje, y también nos hacen ricos.

  15. 15 Ana Chévere 22 mayo, 2008 a las 12:26 am

    Lo dicho, Lumen, que Kavafis sigue teniendo razón por mucho tiempo que lleve criando malvas. Tengo que leer ese cuento victoriano, no lo conozco, pero promete. Precioso comentario.

  16. 16 Duende 2 julio, 2008 a las 7:28 am

    Os conocí en Valladolid y parecíais buena gente. Así pues, me alegro por tu decisión final.

    La perfección no existe, y si existiera probablemente sería aburrida.

    Te voy a «linkar» ahora.


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