Casi nunca tengo nada que decir durante el día, por eso no paro de hablar desde que me levanto hasta que me acuesto. Si David* anda cerca lo hago en voz alta y es agotador para los dos, porque le exijo atención absoluta. No pretendo ser una déspota, pero lo soy. Lo mismo da que le describa mis sentimientos más íntimos o una avería del calentador. Las condiciones son las mismas. O bebe mis palabras como si yo fuera un lama y de mi boca brotaran perlas de sabiduría, o me siento obligada a repetírselo todo.
No todo el mundo me ama tanto como para someterse a ese suplicio, claro. Sería lógico pensar que la cosa cambia cuando estoy sola o no tan bien acompañada. Pero no. Si alguna vez creéis que estoy callada, aguzad el oído. No sabréis qué pasa, pero os sentiréis incómodos, como si en alguna parte sonara un teléfono y nadie descolgara, o como si alguien se hubiera dejado encendida la campana del extractor. Si os concentráis de verdad, percibiréis un ronroneo sordo, como el de un fluorescente a punto de fundirse. Es mi cerebro. A veces parezco ausente, como la muchacha del poema de Neruda, pero no os dejéis engañar. Por dentro me estoy marcando un monólogo que haría llorar de rabia a la mismísima Molly Bloom.
Ahora que lo pienso, ¿por qué las chicas de los poemas serán siempre muchachas? ¿Por qué no podrán ser simplemente chicas?.
Pero me estoy desviando. Y, lo que es peor, me está dando un ataque de pedantería. Yo quería deciros algo mucho más simple. Quería contaros que son las cinco de la madrugada y las palabras no me dejan dormir. No es que tenga insomnio, no, no es eso. No me acosan las facturas ni las preocupaciones, sino verbos, adjetivos y cosas así. Veréis, yo estaba tan a gusto abrazada a la almohada, haciendo piececitos con David, cuando vino una frase a destaparme. Le dije que estaba cerrada, que la atendería el lunes en horario de oficina, pero no se dejó convencer. Siguió zumbando junto a mi oreja y se dedicó a darme picotazos. Las ronchas que deja una frase, sobre todo si es la primera de un texto, siguen picando por mucho que te las rasques. No te dejan en paz hasta que la escribes.
Así que aquí estoy, después de un mes entero sin nada que decir. Tampoco es que estos párrafos hayan aportado gran cosa. Pero me pregunto por qué no puedo escribir cuando me lo propongo, y en cambio me saca de la cama un adverbio cualquiera a estas horas, siempre a estas horas. Esto no es profesional. Esto no es serio. Esto es la vida, supongo, que es amateur y no firma contratos. Yo qué sé. Sólo sé que algunas noches los grillos de mi cabeza callan y de pronto no se oye nada, salvo las teclas y el murmullo de la CPU.
Entonces casi parece que estoy a punto de decir algo de verdad.
(*) Estoooo… sí, he renunciado a la farsa inútil de llamarle D: los que nos conocéis sabíais de sobra quién era D y a los que no, lo mismo os daba.
Yo creo que la segunda mente no nos deja en paz a ninguno y nunca pero cuando los grillos de la noche se instalan en tus oídos… entonces es posible concentrarse en los grillos e ignorar a la mente. Escucha mucho, te diría, pero a ti. Eso fue lo que despertó a los míos .~)
Entro por el link de Mollybloom. Aunque creo que también hay chicas en algunos poemas pero Neruda era Poeta como Lorca.
Un saludo madrugador.
Ah, tu escritura es una delicia. Una mente exigente no se conformaría con menos. Quiero decir que la tuya lo criba todo.
Hola Yladah, encantada. Mil gracias por tus comentarios. Qué maravilla esto de colgar el post en el vacío y encontrarse, en cuestión de segundos, con que hay alguien al otro lado del teclado. 🙂
Neruda se merece todas las mayúsculas del mundo, estamos de acuerdo.
Sí, tienes razón compañera, a veces es una maravilla .~)
Hola guapaaa
Sí que pasa sí que a veces teniendo tanto en la cabeza no consigas transmitir nada a las teclas.
Pero ya has vuelto a empezar. Eso sí vale mucho. Seguir, cuando y como sea pero seguir.
Yo me he metido en un lío morrocotudo. Empéce un pequeño relato, los hipócritas, se llama y… voy por el quinto capítulo. Escribo y publico, escribo y publico y… creo que estoy poseída por mis personajes y todavía no tengo claro el finaaaal
Ayyyyy ayyyyyyy
Molts petons als tres guapísima. I si et vols passar per la mini-novel·la…. s’accepten suggeriments!
Casi las cuatro de la madrugada, y lo que me queda, así que qué mejor hora para comentar algo aquí.
Docenas de noches no he podido dormir a causa de la actividad febril de mi mente, que repasaba una y otra vez las cosas más insospechadas y estériles. Ahora, empero, espero, a que mi niña de 24 días decida exigir como la führerin que es, que la pasee por el pasillo, o que su mamá me pida ayuda para algo.
Otrosí, la primera vez que Alba 1.0 vino a mi pueblo de Navarra, se le asignó un cuarto en mi casa (mi casa de Navarra es muy grande y mis padres muy de antes), y la primera noche Koke me llamó, porque «aquel ruido» no la dejaba dormir, le daba miedo, y no lo había escuchado nunca.
Intuyendo de qué se trataba, porque ella es de Barcelona y tenía diecinueve años, callamos ambos… y en efecto, se sentía (más que escucharse) ese misterioso zumbido que produce el silencio absoluto.
Uru,guapa, me reí mucho con la historia de tu amiga. Anoche pasé por tu página y leí dos capítulos de la mininovela, a ver si hoy leo los tres restantes. Es satírica y combativa, como su autora 🙂 Ah, si alguien más tiene curiosidad, la URL de Uru es http://lacomunidad.elpais.com/la-desdicha
Lumen,sólo hay dos formas de convivir con alguien tan insultantemente joven como Alba 2.0: no dormir o dormir como ella, todo el día pero a ratitos. Ya cambiará :-). Los niños, en general, aprenden a dormir solos, por más que el doctor Estivill se haya forrado a base de sostener lo contrario.
La anécdota que has contado me recuerda a un personaje de una peli de Clint Eastwood, «Medianoche en el jardín del bien y del mal». El tipo era tan urbano que viajaba con un radiocassette y una cinta con ruido de tráfico. Sólo así conseguía dormir.
hola ana
pasé por tu blog y me encantó!
pienso volver
¡Gracias, Paula! Un placer.
Buen blog, aquí dejo mi impronta
Un saludo
Enhorabuena por levantarte! y por tu blog. Es una delicia.
María
http://www.contagiatedesalud.com
Te entiendo Ana. Soy pintora y mis pinturas suelen llegar a las horas màs inoportunas.