Literatura de subsistencia

Apenas hace cuatro horas que estamos a uno de septiembre, pero ya he recibido un regalo y una felicitación formal. La felicitación dice así:

“Hola Ana.
Todo el equipo de OficinaEmpleo.com te deseamos un ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!, y que lo disfrutes en compañía de tus seres queridos.”

Yo también escribía cartas como ésta hace unos años, cuando me pagaban por mentir a jornada completa. Salían al correo cada día por docenas, en sobres decorados con ramos de rosas y lazos dorados. Todas eran iguales. Estaban llenas de amor universal, de buenos deseos estandarizados, que lo mismo servían para Paquita, de Málaga, que para Sonsoles, de Huesca. El ordenador se encargaba de cambiar el nombre, y a todas les prometíamos una caja de bombones si compraban una prenda de nuestro catálogo. A veces los bombones caducaban en el almacén y nos los comíamos nosotros.

En fin, que el email no me habría llamado la atención si no le hubieran añadido esta posdata siniestra:

“Fórmate en Prevención de Riesgos Laborales”.

Me siento como si acabara de abrir una galleta china de la suerte y dentro, en lugar de “hallarás el amor junto al loto”, pusiera “el wang tun estaba envenenado”. A pesar de las confianzas que se toman, ya supondréis que no conozco a nadie que trabaje en OficinaEmpleo, pero los imagino en mi puerta, llamando suavemente con los nudillos, con su sonrisa verdiblanca, su gardenia en el ojal, su traje negro apolillado.

– Felicidades –susurrarían-. Ahora que llevas treinta y dos años viva, es el momento de celebrarlo con una buena Prevención de Riesgos. Contrata tu Seguro Total hoy mismo y te haremos un 20% de descuento en tu parcela o nicho.

El caso es que yo no busco empleo. Y en cuanto a lo de Prevenir Riesgos, lo estoy dejando. Un poco como cuando dejé el tabaco. Todavía hay noches en que sueño con cartones o me quedo despierta pensando en todo lo malo que puede pasarme por hacerme freelance, pero sigo decidida a pensar menos y a vivir más.

Este invierno saqué de la nevera un diente de ajo estropeado y lo planté en una maceta. Le salió un tallo fino y un par de hojas largas y flácidas. Pasé cinco meses muerta de curiosidad, preguntándome qué habría debajo. Hace poco se secaron y estiré. El diente se había esfumado. En su lugar saqué un ajito minúsculo, pero con todo en su sitio. Un auténtico ajo bebé. Aún no he tenido estómago para aliñarlo.

Podría comprar más macetas y plantar más ajos, o alguna pepita de melón, a ver qué pasa. Y escribir a los de OficinaEmpleo y decirles que muchas gracias, pero que no me feliciten más ni me envíen más trabajos de oficina, que lo mío no es la Prevención sino la literatura de subsistencia. Que apenas da para comer, pero te deja ver cómo crecen las hierbas y las niñas. Y que sí, que ya asumo yo los Riesgos, aunque eso es un poco mentira, porque si David no me apoyara no sería yo tan valiente, pero a ellos no tengo por qué confesárselo, que ni siquiera les he dado permiso para tutearme.

Hoy celebraré mi cumpleaños estrenando mi pack de cinco temporadas de A dos metros bajo tierra, el regalo que ya me han hecho, la serie que todos los guionistas habrían querido escribir. Salen un montón de entierros, pero no trata de la muerte, sino de la vida, que es lo que me interesa. Buenos días.