No se ruega confirmación

Mis amigos, los de verdad, son rarezas de coleccionista, especímenes únicos que he ido recogiendo de aquí y de allá a lo largo de los años. Siempre aparecen cuando creo que ya no descubriré ni uno más, así que me pillan desprevenida. Allí estoy yo, tan tranquila, dejándome arrullar por la cháchara inofensiva de la mayoría, cuando de pronto una voz distinta me arranca la modorra y me vuelve toda oídos. Se parece mucho a enamorarse.

Todos son hallazgos, aunque algunos no lo sepan. Yo soy mala arqueóloga y no siempre los preservo bien del tiempo y la distancia. Olvido sus cumpleaños, desaparezco de sus vidas durante meses y a veces, cuando quiero volver, ya es demasiado tarde. Alguno se me ha perdido, pero el resto me perdona: unos porque también viven en su propio espacio-tiempo y otros porque son buena gente, sin más.

Muy pocos se conocen entre sí, y es una lástima. Me cuesta dios y ayuda no darle a uno el teléfono de otro cuando me cuentan penas o aficiones parecidas. Mi ambición secreta es esa, mezclarlos. Casi lo conseguí en mi boda, pero faltaron unos, sobraron otros y la pachanga que el DJ se empeñó en pinchar por encima de nuestro cadáver -¡¡boooooomba!!- no invitaba a las confidencias. Como bautizos y comuniones no proceden, me aterra imaginar cuál será la siguiente ocasión en que se reúnan todos… Por decirlo finamente, quisiera recibir de pie a mis invitados.

Sentí cosquillas en la tripa al leer los comentarios de Amores imposibles. Allí estaban, Egoitz detrás de Roy, Marta junto a Marisa, sin verse ni tocarse, pero escribiendo sobre las mismas cosas. Desde entonces tengo más ganas que nunca de dar una fiesta promiscua.

No sé si cabrían todos. No son tantos, pero mi casa es pequeña. Traerían chocolate, ojearían mis libros, dormirían la siesta, pasearían descalzos, vaciarían la nevera. Verían capítulos de A dos metros bajo tierra, de La bola de cristal, de Doctor en Alaska. A veces me gusta imaginarlos interrumpiéndose unos a otros con una copa de vino en la mano, como salidos de una peli de Woody Allen, pero sé que harían cualquier cosa menos eso. Eva le contaría a Egoitz sus viajes tras la pista de George Michael, Egoitz se acodaría con Pavel junto a la cafetera, Pavel se partiría de risa con María, María compartiría piso con Delcasti, Uru y Marisa pondrían el planeta bocabajo, Tona querría saber cómo se las apaña Sonia para hacer tele y cuidar dos pitufas al mismo tiempo y Esther querría saberlo todo, porque todo le interesa y le parece vagamente surrealista: por algo se lleva tan bien con Marten, que alucinaría con las historias que improvisa Ángel.

Yo los miraría orgullosa, sintiéndome una Bree Van de Kamp del caos, y a cada uno le pediría que eligiera una canción o una foto y las trajera en un CD, como hacía en sus cumpleaños Mireia, la única de vosotros que ya nunca recibirá esta invitación.

11 Respuestas to “No se ruega confirmación”


  1. 1 Anchiano 31 May, 2008 a las 4:28 pm

    Me parece que te gusta imaginar la vida mucho más grande de lo que en realidad es. Bravo. Le he estado echando un vistazillo a tu blog y me ha gustado, ya tienes un lector asiduo más. Y suerte con la novela. Escribes muy bien, estoy seguro de que será buena.

    Un saludo.

  2. 2 Mameluco 3 junio, 2008 a las 1:12 am

    Yo siempre suelo decir que soy un misántropo, querida Ana. Después la gente que me conoce no comprende porque lo digo. A mi no me gusta reunir a mis amigos. Me gusta estar con uno o dos a la vez. Quiero ser un agujero de gusano que una universos paralelos en las mismas calles, en la mismas cafeterías, el los mismos espacios. Alguna vez se dan coincidencias y el Sistema Solar cuyo centro soy yo (egocéntrico siempre, je) entra en resonancia. No sé si comprenderá mi jerga física. Quizás no debí leer tanto el Muy interesante cuando era un crío. Me gusta tener amigos y hacer nuevos, claro, pero sin forzar situaciones. Soy extremadamente fiel y por eso siempre tengo los mismos. No sé si me comprenderá, Ana. La compatibilidad entre la gente es limitada y mezclarlos puede producir cosas raras. Pero también cosas maravillosas, como puede ser, siguiendo con los símiles astronómicos, las alineaciones planetarias, únicas en siglos, como el pasado otoño, donde todos mis amigos de aquí llamaron a mis amigos dispersos de todos lo lados y se unieron para darme un fiesta sorpresa… y nos lo pasamos realmente bien y me hicieron llorar de emoción.
    Pero para los días normales de uno en uno o de dos en dos, que si hay mucha gente me agobio. Pero eso ya no entra dentro de la ciencia del cosmos aplicada a las relaciones humanas, sino más bien de la psiquiatría,a la de mis neuronas, algo defectuosas.

    PD: Se lo dije en mi blog y se lo repito en el suyo. Gracias por unos comentarios tan interesantes a mis humildes posts.

  3. 3 Ana Chévere 3 junio, 2008 a las 1:00 pm

    Anchiano: Mil millones de gracias. Que aparezca un desconocido y me suelte una cosa así es todo un caramelito para mi autoestima. Es complicado eso de aceptar halagos, sobre todo cuando te importan. Una siempre tiende a pensar: «me lo dice para animarme / quedar bien / salir del paso…» Esta vez he decidido no buscarle tres pies al gato y aceptar tus palabras de regalo como vienen, fresquitas y sin envolver 🙂

    Mameluco: Ains, se me desmoronó el castillo de naipes. Me identifico tanto con todo lo que has escrito sobre citarlos de uno en uno, o de dos en dos, en las mismas cafeterías, que me he dado cuenta de que mi fiesta sería un fracaso. Yo tampoco soy adicta a las multitudes. A las personas se les suele sacar más jugo en un vis a vis (o un ménage a trois, por seguir soltando gabachadas).

    Mi madre siempre dice que de niña era absorbente, como las fregonas. No he mejorado mucho. Cuando una conversación me atrapa (y si la conversación es con un amigo auténtico siempre me atrapa) pierdo el mundo de vista literalmente. Me vuelvo incapaz de ver al camarero, al perro de la mesa vecina… si entrara un atracador tampoco me enteraría. Yo creía que eso le pasaba a todo el mundo hasta que un amigo, hace muy poco, me explicó que no, que eso nos pasa a mí y a su pareja y que es una costumbre un tanto irritante xD. No soporto que les suene el móvil ni que vengan conocidos a saludarles: disimulo porque soy civilizada, pero se me pone sonrisa de muñeca.

    Lo que pasa es que sé que algunos se gustarían, se gustarían tanto que me apena que no lleguen a saberlo. Pero si alguna vez diera esa fiesta, sería para quedarme en una esquina, observando. Igual mejor los invito y me largo a dar una vuelta… 🙂

  4. 4 Mameluco 4 junio, 2008 a las 5:22 pm

    De la fiesta y observe con el Gran Hermano, desde un su Gran Sofá… jejejeje… Diga como Bela Lugosi en la peli de Ed Wood… yo muevo los hilos…

    Yo también soy como una Spontex, pero después ahí gente que no puede estar sin mí, como si fuera como una Scotch Brite, jajajaja. Exagero un poco, pero es verdad…
    ;P

  5. 5 Uru 10 junio, 2008 a las 11:52 am

    Quiero conocer a Marisaaaa
    jejejejje
    Tu frase final…. ya sabes… un directo al corazón…
    Soy otro desastre de fechas y acontecimientos importantes pero… todos siguen ahí y cada vez hay más. También me encanta verlos a todos juntos, la calçotada que te perdiste fue una de esas mezcolanzas increíbles que sale bien porque debajo de tanto batiburrillo de personalidades todos tienen algo en común… Ser buena gente
    Como tú
    Enorme besazo guapa!
    Te dejo porque tengo que hacer reposo absoluto, mis partes vergonzantes están que trinan… ¿Qué he hecho yo para merecer esto?… Ayayayyyy

  6. 6 Egoitz 14 junio, 2008 a las 12:29 am

    Hoy me siento desarraigado en general, que no encajo, que no pertenezco a nada… Leer tu escrito de hoy ha sido una grata sorpresa… (onda paradise.. 🙂
    ¡¡Gracias!!

  7. 7 Ana Chévere 14 junio, 2008 a las 11:30 pm

    Uru: Eso me pregunto yo, tía… ¿Qué habrás hecho?

    No debo de ser tan buena gente como crees, porque mi curiosidad está superando a mi compasión… Te llamo y me cuentas. Cuídate, guapa.

    Ego: Gracias a ti por leerlo 🙂 ¡Paradise lives ;-)!! En cuanto a las raíces, ya sabes que por aquí tienes una maceta siempre que la necesites. Pero ni sueñes con no pertenecer a nadie. María y yo reclamamos nuestro porcentaje en acciones, muahahahahah!!!

  8. 8 Amigos 5 julio, 2008 a las 7:45 am

    Voy a racionar la lectura. No quiero caer en otra adicción. Tampoco me gustaría que me faltara… Cosas como tus relatos son la calderilla de felicidad diaria que necesitamos los mortales comunes. Gracias Eawen XD
    Por cierto sugerencia positiva ¿Sería posible substituir comas por punto y seguido? Pruebalo por favor

  9. 9 Eva 13 octubre, 2008 a las 12:29 am

    Es maravilloso volver a leer cómo escribes. He leido unos cuantos textos, me han hecho reir, intrigarme, recordarte, llorar… Este relato es dulce y amargo a la vez, me ha calado enterita.

    Por cierto, ¿porqué crees que a Egoitz le puede interesar mi road movie persiguiendo a George Michael por Europa?

  10. 10 Ana Chévere 13 octubre, 2008 a las 12:54 am

    Porque Ego era, y seguramente aún es, bastante fan de George Michael. De chaval incluso llegó a ponerse una cruz en la oreja (espero que no me mate por contar esto). La de veces que habremos bailado con Freedom’90 o nos habremos deprimido juntos con A different corner en la adolescencia… Incluso Jesus to a child me recuerda a las mañanas que pasábamos fingiendo estudiar para los exámenes de septiembre.

    El de George es un caso extraño. Parece el típico cantante hortera pero, si lo escuchas atentamente, descubres que no lo es… Eso siempre que no veas el videoclip de Wake me up before you go-go, que no hay por dónde cogerlo ;-).

    Gracias por pasarte por aquí. Me encanta «verte», aunque me gustará aún más verte en persona. Sé que aún tengo que proponeros fecha…

  11. 11 EVA 27 octubre, 2008 a las 6:30 pm

    Pues espero que Egoitz no se pierda la serie Eli Stone, que estrenaron ayer domingo por la noche en Antena 3, que tiene como invitado especial a nuestro amigo George y como eje temático de cada capítulo una de sus canciones!!!


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