Posts Tagged 'relatos'

A buenas horas…

El día en que despidieron a Seamus Greensleeve por lucir una cresta verde en la coronilla, la BFWAU, el impronunciable sindicato irlandés de trabajadores de la alimentación, se puso las pilas inmediatamente. Enviaron una delegación a las oficinas centrales de los supermercados Supergwyn: unos diez tipos armados con pancartas y altavoces que dieron la lata en el porche durante tres días consecutivos. Los encabezaba Brian O’Connell, veterano cajero-reponedor y compañero de fatigas de Seamus en el establecimiento de Lennox Street. Seguir leyendo ‘A buenas horas…’

Ana y Mia, princesas de porcelana

Como todas las niñas del parvulario, Ana y Mia querían ser princesas. En realidad ya lo eran. Les gustaban las cosas bellas y delicadas: mariposas, zapatos de cristal, cajas de música, bolis de purpurina.

Pasaron los cursos. Sus compañeras cambiaron. Hablaban de dedicarse a otras cosas: peluquera, contable, doctora, periodista… pero Ana y Mia lo tenían claro. Habían nacido para princesas y no iban a conformarse con menos. ¿Qué puede haber mejor que ser la Blancanieves del espejo, la chica a la que todo el mundo adora, desde los gorriones hasta los conejos?, pensaban. Seguir leyendo ‘Ana y Mia, princesas de porcelana’

Amores imposibles

 Después de once años juntos, me asalta la sospecha de que D y yo somos incompatibles. Para que alguien me dé la razón (cosa que no harán mis parientes ni mis amigos, que saben que D es encantador), resuelvo un test de reconocida solvencia, que tiene la ventaja de ser gratis y la desventaja de meterte en un embolao, porque lo patrocina una agencia matrimonial. Ahora no se llaman así, pero todos sabéis a qué me refiero.

No te dan los resultados del test a no ser que elijas un nick y pongas tus encantos a la venta, así que pido perdón mentalmente a D, cruzo los dedos de las manos y los pies para justificar mi mentirijilla y le doy a «Aceptar» sin más preámbulos ni escrúpulos, que son dos palabras bastante molestas, como todas las esdrújulas. Seguir leyendo ‘Amores imposibles’

Asunto: léeme

Te conviene leer. En serio. En realidad no necesito insistir para convencerte, puesto que en este instante llevas ya veinte palabras leídas. Y pronto sabrás que Jorge no ha llegado a Amsterdam según lo previsto: ¿cómo dejar de leer?, ¿cómo no preguntarte qué significa eso de que Jorge no ha llegado a Amsterdam según lo previsto?. Es inevitable, tus ojos saltarán a la línea siguiente desbocados, ansiosos de saber que el avión de Jorge aterrizó sin incidencias pero sin Jorge, que ni siquiera tenía billete.

Cuento con el leve temblor de manos que te habrá producido la noticia, pero dudo que te haya impedido cambiar de párrafo. Sabes tan bien como yo que es necesario seguir, no hay otro modo de averiguar que Jorge tiene una suite reservada en un parador cercano a Madrid. La habitación es coqueta, antigua pero restaurada; Jorge ha pedido una botella de Ribera de Duero, no te costará deducir la marca ni la añada.

Puedes poner fin a esta tortura, es fácil, un clic del ratón y esta nota que te escribo desaparecerá de la faz de la tierra, será una pesadilla, un spam inexistente que yo jamás habré escrito desde el portátil de Jorge aprovechando su costumbre de demorarse en la ducha.

Pero no la borrarás. Repasarás cada palabra una y mil veces, mendigando en vano unas migajas más de información, quién soy, qué pretendo, si de verdad estoy con Jorge en la suite de un parador o si todo es una broma cruel, una ficción de la que te hago protagonista sin pedirte permiso.

Tampoco harás las maletas antes de que Jorge regrese de su viaje de trabajo. Le esperarás a tu pesar, para leer, siempre leer, una verdad o una mentira en sus ojos. Tú lo sabes, yo lo sé. No importa lo infeliz que sea una historia, siempre nos quedamos para ver el final.

 


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